La presentación de estos síntomas puede variar según el caso. Existe el subtipo combinado de los tres síntomas centrales del trastorno (Inatención, hiperactividad e impulsividad) como el diagnóstico más frecuente; el TDAH con predominancia inatenta, mayormente diagnosticada en niñas, y el TDAH con predominancia hiperactiva/impulsiva en niños. Se debe tener en cuenta que los síntomas varían según el ciclo vital de los NNA y también según el contexto.
Por ejemplo, en edad preescolar, a eso de los 3 a 5 años, es común que nos encontremos con el estereotipo del niño hiperactivo e inquieto, que además pueden ser desafiantes y hacer pataletas. En edad escolar entre los 6 a 12 años, los síntomas se podrían intensificar debido a la presión del entorno, pudiendo aparecer síntomas de oposicionismo y agresividad. En la adolescencia suele disminuir la hiperactividad, pero no así la inatención y la impulsividad, presentándose mayor inquietud mental que de conducta. Dichas manifestaciones pueden poner en riesgo la adaptación de NNA, con la posibilidad de desarrollar una baja autoestima, una distorsión en el autoconcepto, ánimo decaído que pueden gatillarse por relaciones interpersonales disfuncionales. También es común que sean propensos al consumo de drogas o de ejercer la delincuencia, y si se asocia a trastorno del ánimo puede existir riesgo suicida.
Es importante recalcar que, en variadas investigaciones, se ha demostrado que los niños con TDAH poseen un alto riesgo de desarrollar otros trastornos, como; trastornos afectivos, trastornos de ansiedad, el trastorno antisocial, trastornos por consumo de sustancias y trastornos de conducta. Por ende, es importante que diferenciemos el trastorno de otras patologías, para poder atender de manera oportuna a los niños, niñas y adolescentes y a sus familias.